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Cuando emigramos y dejamos atrás nuestros orígenes, pasamos a estar temporalmente en un limbo sentimental antes de acomodarnos entre nuestros huéspedes. Cuando el sol se pone en Marruecos, unos se retiran a dedicar unos minutos a la última oración del día y otros nos quedamos a mirar cómo un extraño nos ve como a un extraño.
Muy buena composición y dominio del contraste en el blanco y negro. ¡Felicidades y suerte!